viernes, 17 de abril de 2009

Haciendo Patria "amigurumísticamente hablando"

Todo comenzó cuando el año pasado hice clases de amigurumi a un grupo de mujeres. 

 Bueno, la verdad es que una se hace una imagen de lo que va a suceder, yo pensé que iba a tener muchas estudiantes... no fue así, en las primeras clases habían unas 5 o 6, pero pronto fueron quedando menos, podría haberme desmotivado, pero como ya había trabajado antes con organizaciones sociales, tenía claro que la gente es muy inconstante. Sí amigos, a veces es difícil ser constante, cada una con sus razones, la familia, el trabajo, la enfermedad de un familiar cerano, los viajes, la desmotivación, etc. ¡Pero como dicen, de lo bueno poco! De todas las mujeres que partieron en este único curso gratuito que hice de amigurumis, sólo se quedaron hasta el final dos de ellas mamá e hija: Rosa y Fernanda. Ellas contaban con ese "algo especial" que tenemos las mujeres que somos capaces de transmitir con las artes manuales nuestra creatividad, imaginación y emociones. Ellas trabajaron, se entusiasmaron y cada vez fueron exigéndose más, querían hacer las cosas perfectas, el tejido suave y uniforme, los aumentos y disminuciones uno tras otro, nada de improvizaciones o puntos perdidos. (ver link nota relacionada)
En eso nos pasamos muchos meses, una vez a la semana, con lluvia de día u oscureciendo. hasta que un día ya nos fuimos separando y cada una volvió a su vida.
Supe de ellas varias veces, pero no nos volvimos a reunir en torno a las lanas y croché hasta después de cerca de 5 meses. Un día de marzo de este año me llegó un e-mail de Coihuín (Carretera Austral), el lugar donde viven Rosa y Fernanda, mis colegas amigurumistas. Me invitaban a su casa el domingo para reunirnos. 

 ¡Qué nervios!, dije yo. ¿Qué habrá sido de ellas? ¿Seguirán tejiendo? 

 Después de almuerzo, ese domingo llegué tratando de no hacerme muchas expectativas... pero cuando me abrieron la puerta, pude ver algo similar a lo que ocurre en mi casa... el mundo amigurumi estaba por todos lados, las muñequitas, móviles, personitas, animalitos, frutas y verduras, cosas... por donde miraba me encontraba con un "gumi"..... ¡Ohhhh! Dije yo..... ¡Qué lindo, he logrado entusiasmar a mis alumnas no sólo por un rato! ¡¡Logré traspasarles mi entusiasmo por los amigurumi y éste se ha ido impregnando en sus vidas!!

Me invitaron para conocer lo que habían hecho, sobre todo Fernanda -la hija- que está muy entusiasmada por vender su trabajo, ya que se ha dado cuenta que la gente se acerca a preguntarle si vende su trabajo, ella muy cauta observa reacciones y luego decide. Se han abocado a tejer, tejer y tejer, todo este invierno, todos estos meses, para tener una gran reserva de gumis y venderlos en el verano, cuando lleguen los turistas. 

 ¿Quién podría pensar que en el próximo verano habrán unos souvenirs exóticos en Coihuín? 

Bueno, ahí estaré yo, asesorándolas en su pequeña empresa familiar, donde la gente podrá adquirir amigurumis perfectos, hermosos y hechos con mucho amor. ¿¿¿Y yo??? Yo sigo llenando mi casa de amigurumis... no, no los voy a vender, aún no, todavía no ha llegado mi momento, las tentaciones no han faltado, pero por ahora es un hobbie que disfruto mucho y que aún disfrutan más mis amistades y familiares que reciben un gumi de regalo para su cumpleaños.

 
Gaby