miércoles, 29 de julio de 2009

Amigurumi tejidos desde el Sur




Cuando comencé a tejer muñecas, nunca pensé que me involucraría de esta manera en el mundo de los muñecos amigurumi y todas sus posibilidades.


Siempre me ha gustado hacer muñecas, pensando en todo el cariño que le puede regalar uno a otra persona a través de algo hecho por uno, pero que además es lindo y tierno, kawaii, como dicen los japoneses.


Pero qué mejor que una muñeca o un juguete, que no necesariamente es para un niño o niña, sino también para nuestros amigos, amigas, familiares, etc. También para los que sólo llevamos a nuestro niño interior, que nos pide constantemente juguetitos lindos y tiernos para hacer de este mundo frío, competitivo y muchas veces malvado, algo suave, cálido, blandito, y amoroso.


Así llevo toda una vida haciendo muñequitas con muchísimas técnicas que he aprendido en la vida, y que ahora se mezclan en lo que voy construyendo cada día gracias a mis muy queridos y soñados "gumis" como les decimos l@s tejedor@s de habla hispana.


Actualmente llevo casi 3 años tejiendo amigurumis grandes, medianos, chicos, minúsculos; animalitos, personitas, cosas; de colores naturales, inventados; con lana, hilo y otros elementos, con formas comunes, raras, inventadas, etc. En un comienzo, era sólo por tejer y tejer, y llenarme de cariño que dar, ya que en mi filosofía personal, aún las muñecas en general y los amigurumis en particular son para regalarlos com amor y a cambio de cariños, besos y sonrisas.

Pero gracias a las vueltas de la vida, hoy además tejo para presentar mi primera exposición pública en la universidad donde trabajo, la Universidad Austral de Chile. Y el lugar será fuera de mi tierra, más al norte, en la Región de Los Ríos, en Valdivia, en la Dirección de Extensión.

Unos días más subiré un afiche para promover esta exposición que sedrá más que artesanías y lanas, será cariño y terunura a borbotones dignos de imitar.

Todo esto me alegra muchísimo, ya que hasta ahora era una tejedora casi solitaria en el mundo de Puerto Montt y sus días oscuros y lluviosos, y me sentía casi extraña en este sur de Chile donde antes en los inviernos las mujeres de toda condición social tejían a la orilla del fogón o de la estufa, ropitas y muchas cosas para hacer más cálido, lindo y luminoso su hogar, además de regalonear a los suyos.

Hoy este sur donde pertenezco, en la Provincia de Llanquihue, un poco más frío y trabajólico, también se han olvidado de los tejidos, de los cariños, del dar amor grtuitamente sólo porque llevamos amor en nuestros corazones. Esto hay que recordarlo cada día las que dejamos volar la imaginación con las lanas, dejarle tiempo a juntarnos y tejer, o solita frente a la ventana (no a la TV), las que temenos el privilegio de ver hermosos paisajes, mares, islas, bosques y montañas, de seguro tejeremos aún más lindo.

Bueno, y ahora, además de enseñar a tejer por segundo año consecutivo a mujeres soñadoras de las lanas e hilos como yo, tengo esta oportunidad de mostrar lo que hago y con ello de contagiar a más personas de amor, belleza y ternura: kawaii a la chilena.